Olivar con amapolas y margaritas

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    Siento que si las miles de amapolas que deben venir no apareciesen, mi paisaje quedaría sin vida. Ellas marcan la cotidianidad y, al mismo tiempo, van rompiendo la monotonía de algunos recuerdos. Saben que vienen para no quedarse.

     Tienen asumido que su paso por aquí es efímero, pero mientras tanto, se adueñan de lo espontáneo, de la capacidad visual y sensorial. Ninguna permanece ausente….y eso las hace aún más bellas.

 Por eso, aquellos volátiles, pasajeros, evanescentes, imprevistos, pero al mismo tiempo persistentes pétalos rojos se convierten, pese a su debilidad, en los poderosos colores de la primavera.

Un comentario sobre “Olivar con amapolas y margaritas

  1. Sigilosamente
    Aparecen con su música de seda
    No semejan ser ángeles
    Ni las alas de un eco
    Se cubre tu mirada de pétalos de nácar
    Reconoces su belleza
    Húmeda de mar
    Ésa que juega a ser viento
    Pero es tan rápido su pasar
    Tan efímera su presencia
    Que sólo desean dejar en tus labios
    imborrable huella de un rojo y ansiado beso…
    Para ti
    “Mapoulas”

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