
En un mundo cada vez más obsesionado con la inmediatez y con las prisas, el Camino te obliga a ir al ritmo de tus pasos. No hay más. La esencia no está en los kilómetros, sino en lo que sucede dentro mientras los recorres. La vida se reduce a lo esencial, a lo que cabe en una mochila. Es entonces cuando te das cuenta de lo poco que necesitas para vivir. Da igual quien seas, quien te creas, todos somos iguales ante el esfuerzo y ante las inclemencias del tiempo.
Existe una creencia popular que dice: «El Camino te da lo que necesitas, no lo que quieres».





































