
Sierra Nevada es un espectáculo que puede admirarse desde mil y un rincones de la provincia de Granada, pero que la capital, más allá de las torres de la Alhambra, posee un lugar llamado el Cerro del Sol en el que se muestra en toda su plenitud, donde se puede contemplar como la luz del crepúsculo se resiste a abandonar Granada.
Cuenta la leyenda que desde ese punto fue donde el penúltimo rey de Granada, Muley-Hacen (Abu al-Hasan), una vez destronado por su hijo Boabdil y quizás maravillado por su inmensa belleza, albergó el sueño de ser enterrado en sus cumbres y convertir el punto más alto de Sierra Nevada en su última morada.
Y es que el Cerro del Sol es esa atalaya donde puedes divisar como el sol proyecta, cada tarde, sus rayos de luz provenientes del ocaso trazando un camino que asciende desde la Vega de Granada hasta alcanzar, en Sierra Nevada, el lugar más alto donde imprimir en rojo la llegada de la noche. La imagen de esta montaña ha sido siempre el centro de atención y una referencia clara para quienes, desde hace milenios, habitaron las tierras situadas bajo sus faldas. Todos ellos sintieron la misma fascinación al percibir cuando la luz invade las cumbres, y coincidieron en incluir al astro rey en su particular forma de nombrarla. Fue Solarius para los romanos y Sulayr para los árabes, dos nombres con el sol como esencia básica de un enclave mágico por naturaleza.

EL CERRO DEL SOL (black and white version)





































