
A medida que te vas acercando tranquilamente a ÁCULA vas descubriendo las maravillas de una población callada, laboriosa y algo misteriosa. El sagaz visitante puede percatarse de que topa con un lugar muy especial, más allá del tiempo, del espacio y de la historia y por unos momentos puede reproducir un rincón extraído de un cuadro del pintor neerlandés Piet Mondrian, colmado de verdes y ocres por los campos de cereal y toda clase de plantas aromáticas.
De entrada, lo que me llamó la atención es el nombre de la comarca: El Temple. Eso, y con mi pertinaz e insaciable sed de curiosidad, me inmiscuyo dentro de los archivos más directos que tenemos a mano y lo primero que me encuentro hace referencia a una tumba de un caballero templario, muy cerca de Ácula, en lo que hoy es conocido como La Malahá.
¿Cómo podía encontrarse una tumba de un caballero templario en aquel escenario tan lejano para el mundo cristiano de la España de los siglos XII, XIII y XIV?
Posteriormente, tras un “garbeo por la red”, mis pesquisas me llevaron hasta una novela histórica: “La confesión: El médico templario” de Jesús Ávila Granados(1), en donde puedo ver que la Granada nazarí concedió a los templarios un espacio geográfico que se llamaría “El Temple”, probablemente gracias a la ayuda que estos brindaron a los nazaríes en la victoria sobre los infantes de Castilla en la batalla de Sierra Elvira, un hecho que tuvo lugar el 25 de junio de 1319 en los alrededores de Pinos Puente.
(1)Jesús Ávila Granados, autor de «La Confesión: El médico templario», es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Colaborador asiduo de varias revistas, es también un conferenciante frecuente. Es miembro de varias entidades culturales de diversa índole.
Es autor de numerosísimos ensayos sobre temas antropológicos, históricos, artísticos, gastronómicos y enológicos, y especialista en temas esotéricos. Ha recibido numerosos premios.






































