
Un poco de historia
El punto de partida de esta ruta se sitúa en las Navas de Tolosa, donde se libró la decisiva partida que posibilitó la apertura de Andalucía a la Cristiandad.
La ruta se interna a través de vigorosos paisajes en la población de La Carolina y en añejas villas fortificadas como Baños de la Encina, con su castillo de época califal, en históricas encrucijadas de caminos como Bailén o Mengíbar y en grandes ciudades como Andújar, envuelta por la naturaleza de su parque natural.
El itinerario se remansa en los municipios de la campiña occidental de Jaén: Arjona, Porcuna, Torredonjimeno, Martos, Torredelcampo, sinónimos de plazas fronterizas, de recintos monumentales y de villas industriosas con el aceite como protagonista.
Después la ruta remonta el curso del alto Guadalquivir, aproximándose a Linares, para seguir por la comarca de la Loma. Resaltan aquí dos joyas únicas: Baeza y Úbeda. Dos conjuntos renacentistas, cimas inigualables de la historia y el arte de Andalucía.
A partir de aquí, el camino contornea Sierra Mágina por Jódar y su fortaleza, Jimena y Mancha Real, hasta entrar en Jaén, cabecera de Santo Reino, coronada por el castillo de Santa Catalina y la Catedral.
Esta ruta discurre luego por La Guardia de Jaén, atraviesa montes y puertos en dirección a Cambil y Huelma, antes de entrar ya en la provincia de Granada por Guadahortuna, Píñar e Iznalloz.
Solo las montañas de Sierra Nevada nos separan de la que fue corte de los sultanes nazaríes. Mientras, sobresalen los caseríos de Deifontes, Albolote, Maracena, como antecesores del destino de la ruta: Granada, cuajada de tradiciones vivas en las que se refleja la herencia imborrable de la civilización.
De lo contado a lo pedaleado

Partía, éste que os cuenta, de Maracena con «la flaca», fiel compañera (en estos casos) de aventuras con la sana intención de practicar algo de deporte, cosa que nunca viene mal, y de paso recrearme en estos parajes que Granada nos regala.
Se comentaba en los mentideros ciclistas de la provincia que la maltrecha carretera de Deifontes a Iznalloz, estaba siendo arreglada, y servidor, que no podía ser menos, elijo la ruta para dar fe de tan esperado acontecimiento.
De lujo la han dejado, que todo hay que decirlo. Podríamos discutir al más puro estilo «granaino» el tiempo que han tardado en darse cuenta de que era más que necesario el arreglo pero no lo vamos a hacer. Digo el tiempo en darse cuenta porque el tiempo de ejecución ha sido prácticamente lo que dura un pestañeo.
Así que, por hacer esto finito, sentencio con un «bien está lo que bien acaba».
Rumbo, en solitario a la zona, decido, con buen criterio y amparado en este tiempo primaveral que hoy nos ha tocado vivir, recrearme en la comarca en la que, una vez pasado el rebosante pantano del Cubillas, a escasos km. de la capital, el paisaje cambia a olivos entrando en zonas rurales como la abandonada cortijada de Arenales.
Continuo observando, con buen buen pedaleo, ambas cunetas cautivas de florecillas y «yerbajos» que toman protagonismo dando ese toque inconfundible de color.
A lo lejos, Sierra Arana se va asomando con sus brumas matinales y sus azules. En tanto voy pedaleando me aproximo a Deifontes, localidad que sirve de puerta o entrada a la conocida como la comarca de los Montes Orientales. Algún que otro compañero de fatigas cicloturistas se cruza en el camino con el siempre cortés saludo por delante. En su cara veo satisfacción y regocijo, imagino motivado por el disfrute de la nueva carretera.
Y llego a la zona cero. Hasta hace un par semanas, pasar esos 8 km. eran algo más que un suplicio. Algún comentario ingenuo llegó a bautizarlo como «la Paris-Roubaix granaina».
Tan mal estaba la cosa, que generaba todo tipo de comentarios. Unos con sorna, otros de protesta y otros, que también los hubo, más graciosos como que una vez pasado el tramo notabas como se te habían soltado algunos empastes dentales.
Ocho kms. de lujo, de un paisaje exuberante, de un frescor visual y matinal que despiertan los sentidos.
Apenas a unos 3 kms me encuentro con la Presa Barcinas, una construcción romana que data del siglo II al I a.c. y que se construyó para dar sujeción a las aguas del río cubillas y de la que es parada obligada ya que las ultimas lluvias de esta primavera le dan una belleza añadida.
Un ligero serpenteo rodeando las faldas de Sierra Arana nos lleva a Iznalloz, donde doy por terminado el periplo de la ida e inicio el recorrido de vuelta por el mismo camino.

En total se recorren unos 70 km (según de donde se parta, claro está) y que recorre, además de la capital granadina, los cuatro últimos pueblos de la Ruta de los Nazaríes, Maracena, Albolote, Deifontes e Iznalloz.
Todo un placer de ruta, muy recomendada para todo ciclista que se precie.
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