ATALAYA DE DEIFONTES

Situada a más de 1.150 metros de altitud sobre el nivel del mar, como fiel vigía de Sierra de Arana, a medio camino entre los pueblos de Deifontes y Cogollos Vega, se alza majestuosa y altanera la Torre Atalaya de Deifontes, una de las fortificaciones que construyeron los árabes a mediados del siglo XIV que formaba parte del sistema defensivo de la frontera del reino nazarí.

Está situada al pie del Peñón de la Mata y marca el límite entre Deifontes y Cogollos. Su altura y ubicación sobre un saliente la convertía en un lugar estratégico en el control del paso hacia Granada.

Su carácter íntegramente defensivo propiciaba que su acceso fuese angosto. Tiene un ventanuco situado a 5 m. de altura al que se accedía con una escalera lo que la convertía prácticamente en inexpugnable. Con humo de día y fogatas de noche, la Atalaya de Deifontes se comunicaba con las torres del Chaparral de Cartuja y de Albolote.

En 2006 sufrió una profunda restauración acondicionándola con un mirador que te ofrece unas vistas impresionantes que se escapan a cualquier definición.

Para llegar a este monumento nazarí hay dos caminos por pista de tierra igual de interesantes. Uno, desde Cogollos Vega o bien desde Deifontes con dirección a Sierra de Arana.
Además se puede acceder con una infinidad de carriles que circundan entre olivos y chaparros y que conectan con ambas pistas.

Hoy, a golpe de pedal, he preferido tomar la ruta desde el embalse del Cubillas y la estación de Calicasas para llegar, unos cuantos km de subida después, a conectar con la pista que viene de Cogollos.

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Si quieres, puedes ver la ruta AQUI

LA BICI COMO EL MEJOR LUGAR DEL MUNDO

¿Cómo se explica que cuando te sientas en la bicicleta y empiezas a pedalear entras de inmediato en un estado diferente de conciencia?. ¿Qué la bicicleta te obliga a estar presente y estar en el presente?. ¿Qué eso, junto a la vibración del ir rodando, hace que en la conciencia comience a producirse un fenómeno parecido al de la meditación, porque los pensamientos pasan y en vez de criticarlos, los dejas pasar hasta que llega un momento en el que se produce un efecto «colador», en el cual se desarrolla la conciencia que será testigo de los pensamientos?.

La bici es ese pequeño rincón parecido a un balcón en continuo movimiento con vistas infinitas

¿Cómo se explica que el sillín en el que te acomodas, donde pones tu experiencia, tus teorías, tus personas de referencia, y por supuesto, la meditación… es sin duda, ese espacio de diálogo, el lugar idóneo para tomar las mejores decisiones?.

¿Cómo se explica que la bicicleta es ese pequeño rincón parecido a un balcón en continuo movimiento con vistas infinitas que te regenera, te recarga… y no solo el cuerpo, sino también la mente?

Y es que todo el mundo sabe lo que es la bici y el ciclismo, pero muy poca gente lo entiende.

DE COMO JUAN ALONSO DE RIVAS SE HIZO INMORTAL

En Colomera (Granada), lugar de nacimiento del protagonista de hoy

Pues en eso que estaba yo encima de la flaca y rondando las inmediaciones de Colomera (Granada) cuando a la mente me viene la conexión que hay entre este pueblo y el de Andújar (Jaen).

La historia no es otra que la de un pastor, de nombre Juan Alonso de Rivas y natural de Colomera, que halló en las inmediaciones de Andújar una imagen-busto de María. Esta imagen quizás anteriormente fuese abandonada por la Orden de Calatrava en el fortín del rio Jándula, afluente del Guadalquivir que discurre próximo al cerro y cuya posesión se alternaron árabes y cristianos.


Leyenda aparición Virgen de la Cabeza

Según relata la tradición un pastor de Colomera, llamado Juan Alonso De Rivas pastaba sus ovejas en Sierra Morena cerca de la cumbre del Cabezo. Estaba aquel pastor entrado en años y sufría de una parálisis del brazo izquierdo. Llamaron su atención unas luces y el tañer de una campana en lo alto del cerro del Cabezo, La noche del 11 al 12 de agosto, la curiosidad le hizo acercarse a aquel sonido de campana y para su sorpresa en el hueco formado por dos grandes bloques de granito se hallaba una imagen pequeña de la Virgen de la Cabeza. Ante aquella visión el pastor se arrodilló. La santísima virgen le expresó su deseo de que le construyeran un Santuario en aquel lugar, enviándolo a la ciudad para que transmitieran el mensaje, mas el pobre pastor pensó que el pueblo no le creería por lo que le sana el brazo que tenía impedido, no aclarando la leyenda sí era manco o simplemente tenía una falta de movilidad en una de las dos extremidades superiores.

¿Por qué se llama Virgen de la Cabeza?

Como la mayoría de las vírgenes toman sus nombres de los lugares donde aparecen. Todos los historiadores desde el “Fuero de Andújar”, hasta la última documentación que es la entrega 1930 a los Trinitarios del Santuario de la Virgen de la Cabeza, describen que le entregaron el Santuario del Cerro de la Cabeza. Por tanto, la Virgen se llama de la Cabeza porque se apareció en el Cerro de la Cabeza, Cabeza que es como llamaban al cerro. Por lo tanto no se debería decir Cerro del Cabezo ya que este término es erróneo aunque muy usado.

Y heme yo aquí a lomos de mi inseparable «flaca» cual hidalgo caballero de la triste figura errando por estas tierras de nuestra Andalucía, primero en el pueblo que lo vió nacer, Colomera, y después, en el pueblo que lo inmortalizó, Andújar.

En el Santuario de la Virgen de la Cabeza (Andújar)

EL ÚLTIMO DÍA

Ya ha amanecido. La vieja estación, antes de realizar su trabajo, mira a su izquierda. A lo lejos, la montaña, Sierra Nevada, que luce más nevada que nunca en una mañana fría de invierno en la que el sol, por fin ha ganado la partida a la niebla y luce sus mejores galas. Con actitud gentil, la estación se dispone a acoger a los pasajeros, los protege del frio y sin que ellos sospechen nada, juega a escuchar sus secretos.
Por ella han pasado varias generaciones, ha visto a padres con sus hijos recién nacidos y a éstos de adultos. Ha derramado lágrimas de dolor cuando las familias iban a la ciudad a reconocer a sus familiares muertos o lágrimas de alegría cuando se anunciaba algún nacimiento.

Dicen que le queda poco tiempo de vida. Ha oído decir que no encaja en el nuevo sistema ferroviario que ha convertido la esencia de un viaje en un mero trámite de tiempo pero una madre acompañada de su hijo hace que olvide su cercano final y sonría unos breves segundos contagiada por las risas del pequeño.

¡Allá va! El viejo y añorado tren que también pronto será sustituido por otro más rápido y moderno, pero a diferencia de la estación, será mostrado en algún museo del ferrocarril y sin embargo, de ella, nadie se acordará.
Siente algo entre sus viejos muros que le anuncia que el final está llegando, demasiado movimiento de gente extraña. La tristeza a veces se ve superada por la rabia de no poder hacer nada, de no poder intervenir en su destino. Cuando ella caiga, la historia de todos los que por allí han pasado, caerá también.

Un camión se acerca. Es la hora. Los hombres entran y comienzan a desmontar los viejos bancos de madera, la máquina expendedora de billetes, el despacho del jefe de estación. Prisas, todo son prisas para terminar con ella, ni tan solo pueden esperar unos días más. Se siente vacía, le han arrancado una parte de su ser inerte y en silencio se resigna.
El día lleno de sol que la ha acompañado también se entristece por su final y comienza a llover. Sus paredes se mojan y cubren las lágrimas que no ha dejado de derramar en todo el día. Entretanto los pasajeros llegan y se van, algunos la miran con nostalgia, mañana ya no vendrán. Otros se muestran indiferentes, para ellos la estación no es más que la imagen que cada mañana les recuerda al tedio de sus obligaciones, el paso previo al trabajo, a la rutina.
Los hombres del camión continúan con rapidez su labor, debían haber llegado antes y tienen ganas de finalizar su jornada. Los bancos caen al suelo, arrastran con un ruido insoportable la máquina de los billetes. Sólo parecen sobrevivir los fluorescentes que cuelgan del agrietado techo y tampoco les debe quedar mucho tiempo más.

Empieza a anochecer, apenas hay gente, el último tren ya ha pasado apenas sin detenerse. La noche acompaña a la lluvia y cada vez es más difícil para la estación poder ver Sierra Nevada. ¿Tampoco dejarán que se despida de ella?

La oscuridad es total, las nubes y la niebla ya no le dejan ver a apenas unos metros. Los fluorescentes también se apagan, el jefe de estación pasea, es el único que va a despedirse, apoya su mano en una de las húmedas paredes y la mira, también mira a las vías. Le hace compañía unos minutos, antes de marcharse.

Ya todo es silencio, ahora sólo toca esperar. Pasa la noche suplicando poder ver un nuevo amanecer, poder ver una vez más a su amiga la montaña, pero la fría noche no le da respuesta alguna, no quiere hablar con ella. El nuevo día llega con una lentitud insoportable, cualquier ruido le hace temer la llegada del final. Toda la noche ha llovido pero sale el sol. Él también quiere decirle adiós. Su luz brillante se deja ver lenta y la estación siente un enorme alivio.

Parece un día normal pero los pasajeros han desaparecido, ya no volverán a pisarla ni podrán sentarse en los bancos, ya arrancados.

Las paredes de la estación tiemblan de miedo y de dolor al ver como el silencio se coloca frente a ella. La soledad la acompaña como una pesada losa y la espera a que se ejecute su condena se hace eterna. Su vieja puerta, ya de un azul mortecino, se ha cerrado para siempre. La estación yace herida de muerte, sin poder ver nunca más a los niños, ni a sus padres, ni a sus abuelos. El cielo se cubre como la noche pasada y la lluvia aparece de nuevo en forma de tormenta, que se queja gritando enfurecida con sus truenos y la vieja amiga, la montaña, consigue resistirse para ver, por última vez, a su estación antes de verla convertida en ruinas.

CUANDO ERA MÁS JOVEN (Joaquín Sabina)

Cuando era más joven viajé en sucios trenes que iban hacia el norte
Y dormí con chicas que lo hacían con hombres por primera vez
Compraba salchichas y olvidaba luego pagar el importe

Cuando era más joven me he visto esposado delante del juez
Cuando era más joven cambiaba de nombre en cada aduana
Cambiaba de casa, cambiaba de oficio, cambiaba de amor
Mañana era nunca y nunca llegaba pasado mañana
Cuando era más joven buscaba el placer engañando al dolor
Dormía de un tirón cada vez que encontraba una cama
Había días que tocaba comer, había noches que no
Fumaba de gorra y sacaba la lengua a las damas
Que andaban del brazo de un tipo que nunca era yo

Pasaron los años, terminé la mili, me metí en un piso
Hice algunos discos, senté la cabeza, me instalé en Madrid
Tuve dos mujeres, pero quise más a la que más me quiso
Una vez le dije: «¿Te vienes conmigo?» Y contestó que sí
Hoy como caliente, pago mis impuestos, tengo pasaporte
Pero algunas veces pierdo el apetito y no puedo dormir
Y sueño que viajo en uno de esos trenes que iban hacia el norte
Cuando era más joven la vida era dura, distinta y feliz

Dormía de un tirón cada vez que encontraba una cama
Había días que tocaba comer, había noches que no
Fumaba de gorra y sacaba la lengua a las damas
Que andaban del brazo de un tipo que nunca era yo

Por la Ruta de los Nazaríes

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Un poco de historia

    El punto de partida de esta ruta se sitúa en las Navas de Tolosa, donde se libró la decisiva partida que posibilitó la apertura de Andalucía a la Cristiandad.

     La ruta se interna a través de vigorosos paisajes en la población de La Carolina y en añejas villas fortificadas como Baños de la Encina, con su castillo de época califal, en históricas encrucijadas de caminos como Bailén o Mengíbar y en grandes ciudades como Andújar, envuelta por la naturaleza de su parque natural.

     El itinerario se remansa en los municipios de la campiña occidental de Jaén: Arjona, Porcuna, Torredonjimeno, Martos, Torredelcampo, sinónimos de plazas fronterizas, de recintos monumentales y de villas industriosas con el aceite como protagonista.

     Después la ruta remonta el curso del alto Guadalquivir, aproximándose a Linares, para seguir por la comarca de la Loma. Resaltan aquí dos joyas únicas: Baeza y Úbeda. Dos conjuntos renacentistas, cimas inigualables de la historia y el arte de Andalucía.

       A partir de aquí, el camino contornea Sierra Mágina por Jódar y su fortaleza, Jimena y Mancha Real, hasta entrar en Jaén, cabecera de Santo Reino, coronada por el castillo de Santa Catalina y la Catedral.

    Esta ruta discurre luego por La Guardia de Jaén, atraviesa montes y puertos en dirección a Cambil y Huelma, antes de entrar ya en la provincia de Granada por Guadahortuna, Píñar e Iznalloz.

      Solo las montañas de Sierra Nevada nos separan de la que fue corte de los sultanes nazaríes. Mientras, sobresalen los caseríos de Deifontes, Albolote, Maracena, como antecesores del destino de la ruta: Granada, cuajada de tradiciones vivas en las que se refleja la herencia imborrable de la civilización.

 

De lo contado a lo pedaleado

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     Partía, éste que os cuenta, de Maracena con «la flaca», fiel compañera (en estos casos) de aventuras con la sana intención de practicar algo de deporte, cosa que nunca viene mal, y de paso recrearme en estos parajes que Granada nos regala.

     Se comentaba en los mentideros ciclistas de la provincia que la maltrecha carretera de Deifontes a Iznalloz, estaba siendo arreglada, y servidor, que no podía ser menos, elijo la ruta para dar fe de tan esperado acontecimiento.

     De lujo la han dejado, que todo hay que decirlo. Podríamos discutir al más puro estilo «granaino» el tiempo que han tardado en darse cuenta de que era más que necesario el arreglo pero no lo vamos a hacer. Digo el tiempo en darse cuenta porque el tiempo de ejecución ha sido prácticamente lo que dura un pestañeo.

     Así que, por hacer esto finito, sentencio con un «bien está lo que bien acaba».

    Rumbo, en solitario a la zona, decido, con buen criterio y amparado en este tiempo primaveral que hoy nos ha tocado vivir, recrearme en la comarca en la que, una vez pasado el rebosante pantano del Cubillas, a escasos km. de la capital, el paisaje cambia a olivos entrando en zonas rurales como la abandonada cortijada de Arenales.

     Continuo observando, con buen buen pedaleo, ambas cunetas cautivas de florecillas y «yerbajos» que toman protagonismo dando ese toque inconfundible de color.

    A lo lejos, Sierra Arana se va asomando con sus brumas matinales y sus azules. En tanto voy pedaleando me aproximo a Deifontes, localidad que sirve de puerta o entrada a la conocida como la comarca de los Montes Orientales. Algún que otro compañero de fatigas cicloturistas se cruza en el camino con el siempre cortés saludo por delante. En su cara veo satisfacción y regocijo, imagino motivado por el disfrute de la nueva carretera.

      Y llego a la zona cero. Hasta hace un par semanas, pasar esos 8 km. eran algo más que un suplicio. Algún comentario ingenuo llegó a bautizarlo como «la Paris-Roubaix granaina».
Tan mal estaba la cosa, que generaba todo tipo de comentarios. Unos con sorna, otros de protesta y otros, que también los hubo, más graciosos como que una vez pasado el tramo notabas como se te habían soltado algunos empastes dentales.

    Ocho kms. de lujo, de un paisaje exuberante, de un frescor visual y matinal que despiertan los sentidos. 

DSC_5245 copiaApenas a unos 3 kms me encuentro con la Presa Barcinas, una construcción romana que data del siglo II al I a.c. y que se construyó para dar sujeción a las aguas del río cubillas y de la que es parada obligada ya que las ultimas lluvias de esta primavera le dan una belleza añadida.

     Un ligero serpenteo rodeando las faldas de Sierra Arana nos lleva a Iznalloz, donde doy por terminado el periplo de la ida e inicio el recorrido de vuelta por el mismo camino.

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     En total se recorren unos 70 km (según de donde se parta, claro está) y que recorre, además de la capital granadina, los cuatro últimos pueblos de la Ruta de los Nazaríes, Maracena, Albolote, Deifontes e Iznalloz.

     Todo un placer de ruta, muy recomendada para todo ciclista que se precie.

Recorre la ruta en bici pinchando AQUÍ

Nace una leyenda

quini     De todos son sabidas mis preferencias deportivas. Yo, que siempre he andado practicando algún deporte, he pasado por infinidad de disciplinas hasta quedar anclado en el del pedal. El ciclismo, como bien dice el enunciado de este blog, no sólo ha sido y es un deporte para mí. Además de una gran pasión, es un estilo de vida.

     Pero eso no significa que no haya practicado otros deportes. Tenis, paddel, natación, atletismo, baloncesto (el que más después del ciclismo, incluso federado) y como no, el fútbol en sus múltiples variantes, ya sea de campo como de fútbol sala.

    En este último, quisiera pararme en este post, en el fútbol. Todos hemos tenido nuestros ídolos. Aquí la cosa era bien clara. O eras del Madrid, o eras del Barça. En mi caso, ni uno ni otro. A mí, lo que me gustaba (y no os podéis ni imaginar cuanto me alegro en la actualidad) era un equipo del norte, el Sporting de Gijón.

     A ciencia cierta no sé porqué motivo en especial. Ese equipo, a mediados-finales de los 70 no aparecía mucho por las noticias pero si es verdad que en esa época tenía un equipazo que tuteaba a los mismísimos grandes con sus figuras.

     Ese club (luego lo supe mucho después) se nutria de su escuela de chavales, la escuela de Mareo. Era fiel a sus principios y sembraba en los futuros los valores deportivos.

     Y ahí estaba él, Enrique Castro «Quini». El brujo le llamaban. Quini no marcaba goles, marcaba golazos.

     Recuerdo como vibraba la radio, la tele, cada vez que el brujo marcaba sin piedad, cada gol. Como ese personaje se hacía notar en el campo. No como ahora, que priman mucho más los resultados personales que los colectivos.

    Quini tenia ese don reservado solo a los grandes. Elegante, caballero, deportivo, talento, educado, señor….. Todos los equipos rivales lo querían y le temían.

     Quini hizo que yo fuese (y siga siendo) del sporting. Claro, ahora vendrá algún sagaz lector a echarme en cara mi debilidad por el barça. Pues si, lo reconozco. Me hice del barça el mismo día que Enrique Castro «Quini» fichó por el equipo blaugrana. Y aún sigo siéndolo pero cuidado, en un hipotético encuentro (y los ha habido en los últimos años) entre ambos equipos, mi preferencia será el equipo asturiano.

    Quini, quizás sea de los muy pocos futbolistas que se retiraron del fútbol profesional sin recibir (creo que) ninguna tarjeta amarilla. Nunca fue amonestado. Si marcaba por fallo del portero, iba a consolarlo. Recuerdo como incluso, alguna vez, llegó a pedir disculpas por un gol que no fue y se le otorgó a él. Fue caballero hasta para eso.

     Y no hay que recordar que este deporte, lleno de todo menos de fútbol, lo que se necesita para humanizarlo son muchos «Quinis».

    Ayer nos dejó. Su noble y gran corazón dijo basta y dejó de latir. Y dijo basta a destiempo porque este caballero tenía muchas cosas que enseñarnos todavía.

     Hoy, el mundo del fútbol llora su muerte. Sus compañeros, y sus «enemigos» deportivos se unen para decirle adiós y yo, ese chico que admiraba sus hazañas deportivas, no puedo más que sentirme agradecido por coincidir en mis tiempos de ídolos y de que «Quini» siempre estuvo (y estará) muy por encima de los Cruyff,  Maradonas, Romarios, Ronaldinhos y (con perdón) los Messis.

      Se nos ha ido un grande, pero nos nace una leyenda.

      Hasta siempre Brujo.

 

Senderismo: RUTA DEL GOLLIZNO

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Panorámica de Moclín desde la Iglesia del Cristo del Paño

Parece que estamos abonados a la comarca. Si ayer fue en bici, hoy ha sido andando, eso sí, desde Olivares.

La Ruta del Gollizno transcurre de manera circular por el cauce del río Velillos y va desde Olivares hasta Moclín.

Realmente se puede iniciar tanto en Moclín como en Olivares, aunque recomiendo hacerlo desde Olivares, río arriba hasta llegar a la vertiente de Tózar, localidad también incluida en la ruta y que de por sí, se puede añadir para hacer algo más de kms.

El recorrido consta de apenas 8 km en total, pero 8 km realmente exigentes. Una vez se pasa la zona de las pasarelas, con su puente colgante incluido se inicia una ascensión por una zona escalonada y rocosa de aproximadamente 1 km, el cual nos saca a relucir nuestra forma física.

Una vez llegados a la cima, un mirador nos sorprende con una majestuosa panorámica de la zona, con municipios como Tózar y Limones como protagonistas, con sus torres vigías, inertes e impertérritas ante el paso del tiempo.

Después de una breve parada para tomar un poco de aire, se continúa la ascensión, en este caso de unos 2 km hasta Moclín, entre pinos y chaparros pasando por un asentamiento prehistórico en el cual se hallan aún restos de pinturas rupestres.

Una vez en Moclín, y después de deleitarnos con sus vistas, se inicia un precipitado descenso, en este caso por una pista forestal, mucho más cómodo que la subida pero no menos exigente hasta Olivares.

Ya en el pueblo, la andadura senderista termina, como mandan los cánones, en la Cafetería Los Martínez, donde el amigo Paco nos agasaja con su hospitalidad.

Puedes ver las fotos de la zona, pinchando en

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OLIVARES, por los pueblos lorquianos.

 

A pesar del frío (que ha hecho bastante) y de la amenaza de lluvia, hoy ha tocado bici.

La localidad de OLIVARES, se encuentra enclavada en la entrada de la conocida como Ruta del Gollizno a unos 10 km de Pinos Puente.

Por la localidad pasa el camino de Santiago (mozárabe) y la ruta del Califato.

La ruta transcurre inicialmente por los pueblos típicamente lorquianos como son Fuente Vaqueros y Valderrubio, entre alamedas y una vega que agradeciendo las últimas lluvias, se encuentra exuberante.
Una vez llegados a Pinos Puente, la orografía  cambia pasando del llano a una zona algo más montañosa, aunque el trayecto se hace, a decir verdad, prácticamente suave a lo largo del río Veillos.

Si quieres ver por donde pasa la ruta, pincha en AQUI