
Intentando recoger y ordenar el ramo, el cristal, limpio, definido y transparente copa el centro inferior emergiendo entre una sombra opaca, terrosa que nos invita a vislumbrar un contraluz.
En su interior, el ramillete de tallos se dispersa en el fondo, intentando en vano zafarse.
Arriba, unas inacabadas flores, dispares y coloristas conforman la atención de la escena en un «caos» algo confuso, lo que confiere al ramo una soltura inusual, todo ello sobre un fondo, mezcla de azules y ocres.





































